domingo, 16 de septiembre de 2012

Primer día en la universidad...


Me atrevería a afirmar que todos en mayor o menor medida podemos recordar nuestro primer día de clase en el colegio. Aquel en el que tímidamente nos separábamos de la cálida mano de nuestra madre para adentrarnos en un mundo que nos acompañaría hasta la adolescencia o la edad adulta. Aseguraría que de la misma manera podemos recordar la primera vez que cruzamos la puerta de la escuela secundaria o cuando la facultad se presentaba ante nuestros ojos y déjabamos atrás las pequeñas clases del colegio para entrar en un aula magna con casi 80 compañeros de clase y que tiempo después se convertirían en algo más que  simples compañeros compartiendo horas de biblioteca, soporíferas clases magistrales o apuntes improvisados...

El primer día de clase en la Universidad de Laponia fue diferente. Polacos, franceses, alemanes, italianos, españoles...nos agolpábamos ante el aula F1011 de la facultad de Educación. Nerviosos y espectantes nos hicieron pasar y uno a uno fuimos tomando asiento en el gran auditorio que había ante nuestros ojos. Una vez sentados observamos como todos los miembros del departamento internacional de la universidad se presentaban relatando toda su formación y cómo habían llegado hasta allí...pero lo que ninguno de nosotros se esperaba era que tiempo después seríamos nosotros los que tendríamos que hacerlo. Así pues habiendo transcurrido 20 minutos desde que el resto de estudiantes comenzarán a explicar su trayectoria, fui yo la que me tuve que levantar y con la voz temblorosa delante de un auditorio de casi 100 personas contar en breves palabras el porqué de mi estancia en Laponia. Una vez terminado este pequeño trance, nos dividimos por facultades y comenzamos la visita por la universidad con nuestros respectivos tutores. Fue muy interesante ver como todos los pasillos y galerías estaban limpios y sin ningún tipo de objeto de por medio, cómo todas las clases estaban equipadas con la última generación de recursos tecnológicos y por último lo bien  cuidado que estaba todo el mobiliario de la universidad ya que aún no he podido ver ninguna mesa rayada, ni la tapicería de ninguna butaca quemada. Este hecho fue el que llamó más mi atención. 

Finlandia es un país conocido porque entre otros muchos aspectos tiene uno de los PIB más altos de Europa y del mundo, el  índice de fraude fiscal es uno de los más bajos en todo el mundo y la educación prevalece sobre cualquier otra ciencia. Invierten en recursos educativos como ordenadores, proyectores y mobiliario, pero lo más importante es que la gente los respeta. Ningún alumno se lleva un ordenador portátil a casa, pero tampoco roba folios de la reprografía...creo que deberíamos de aprender un poco de todo para poder extrapolar en cierta medida un sistema como este, aunque claro está y ni que decir queda que son muchos más factores los que intervienen en este proceso. 

La semana se bienvenida (Orientation Week) pasó rápido entre ponencias informativas sobre el funcionamiento del centro, horarios de comidas y matriculación de asignaturas para el posterior reconocimiento de créditos en nuestra universidad de origen. 

Algo que llamó mi atención y que no me imaginaba que existiese en un país como este son las famosas novatadas universitarias. Sin duda alguna, pensaba que se trataría de un invento perteneciente a la picaresca española y ligado a los colegios mayores, no obstante creo que a los Freshmen (estudiantes de primer año) les toca pasar la criba del primer año universitario en todas las partes del mundo. Esta vez, en Finlandia parece ser que los Erasmus también están invitados a formar parte de esta forma tan divertida de comenzar la vida universitaria. 

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